SIETE DÉCADAS DEL SHOWMAN CUBANO BOBBY CARCASÉS

Bobby Carcasés, jazz cubano de altura.

Cuando en la medianoche del pasado jueves 28, los presentes en el Centro Cultural El Bosque saludaron con sentidos aplausos el cumpleaños 70 del destacado músico Bobby Carcasés, homenajeaban así, en nombre de toda Santa Clara, a un hombre que ha sabido representar magistral y dignamente el arte de Cuba ante el mundo, sin olvidar nunca la tierra donde inició los primeros pasos de su fructífera trayectoria.

Rodeado de amigos santaclareños de la infancia, compañeros de aventuras musicales y familiares, Bobby arribó a sus siete décadas con el fliscornio en la mano —no podía ser de otra manera— con una vitalidad envidiable y un profesionalismo cada vez más agudo.

Aunque nacido en la capital de Kingston, Jamaica, el gran showman fue inscripto posteriormente, de manera oficial, el 29 de agosto de 1938, en la municipalidad de Camajuaní. Antes de cumplir los diez años de edad, se trasladó junto a sus progenitores a la capital provincial, ciudad que lo acogió como a un hijo legítimo.

«Yo vivo soñando con Santa Clara; la priorizo antes que un viaje al extranjero. El contacto con los compañeros de Cultura Provincial, el Gobierno y la UNEAC me han permitido mantenerme vinculado a este lugar a través de los tiempos», manifestó en conferencia de prensa sostenida el día antes del concierto.

 

Los recuerdos de la niñez y la adolescencia inundaron la mente de Bobby durante el diálogo. Varios momentos del pasado recobraron vida súbitamente.

«Mi padre fue designado, en el año 1946 o 1947, jefe del frigorífico del poblado La Esperanza, cuenta; mi madre, como profesora, también necesitaba buscar un lugar donde desarrollar su trabajo docente, y consiguió una plaza en la escuela Pía, de Santa Clara. Por eso vinimos a vivir aquí, y residimos en la calle Independencia, entre Toscano y San Pedro.»

«Luego me trasladé a otros sitios, que me permitierona empaparme de la atmósfera de los distintos barrios de la ciudad, como La Pastora, Carretera de Camajuaní, el Deportivo, El Carmen, Villuendas, San Cristóbal…, y aprendí a amar a esta ciudad», expresó.

El también fundador del prestigioso Festival Internacional Jazz Plaza tampoco olvidó los estudios iniciales en el Instituto Riera, las actuaciones como cantante lírico aficionado en la emisora CMHW y su debut profesional con la compañía de Enrique Arredondo, en el Teatro La Caridad, en 1955 —profesión que alternó con el deporte— hasta su partida hacia a La Habana en busca de nuevos horizontes, en 1956.

Aunque ya convertido en uno de los grandes exponentes del jazz cubano, el artista nunca dejó de regresar. Esta vez, para celebrar 70 años de consagración y entrega plenas al arte.

Al comienzo de la reciente presentación, dos horas antes del onomástico, acompañado por su grupo Afrojazz, afianzó su apego al terruño al interpretar Tonada a Santa Clara. En el concierto Bobby mostró una amplia visión de su trabajo durante más de medio siglo dedicado al arte musical, apoyado por talentosos músicos jóvenes —algunos de apenas 15 y 16 años—, y otros de gran experiencia y maestría. Con él estuvieron: Abel Calderón (piano), Armando Martínez Mandy Show (batería), Michel Herrera (saxo alto), Julio Carbonel (saxo tenor), Calí Rodríguez (trompeta) y Carlos Ríos (bajo) —integrantes de Afrojazz—, y como invitados, los villaclareños José Ramón Vizcaíno (congas), José Luis Bastidas (voz y coro), y la actuación especial de El Peje, en la percusión, quien labora actualmente con Chucho Valdés.

Cada uno de los músicos mostró un virtuosismo admirable en sus interpretaciones, sobre todo los más jóvenes, claros ejemplos de la alta calidad de la enseñanza artística cubana.


Piezas como Son de la loma, Homenaje a Benny Moré, Summertime, El Blueson, Bésame mucho, Mistic, entre otros, fueron disfrutadas por los asistentes, quienes apreciaron un jazz renovador, vivo, inmortal, impregnado del más puro sabor cubano.

Una de las mayores sorpresas del espectáculo la constituyó la exposición montada en el escenario, compuesta por diez cuadros pintados en acrílico por el propio showman —además de realizar otro en vivo, en medio del concierto—, lo cual reveló su faceta como artista de la plástica.

Bobby Carcasés cumplió ayer 70 años, y los celebró entre su gente, junto a su pueblo, pues, a pesar del tiempo y la distancia, se mantiene fiel a las raíces de la cual emergió. Muchas estrellas conforman el firmamento de nuestra música cubana, pero el brillo de la que él representa seguirá latente con mucha más intensidad, como el lucero que, en aquella misma noche, asomó en el cielo desafiando a las nubes.

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