En vísperas del encuentro entre delegaciones del gobierno de José Manuel Zelaya Rosales, reconocido por el mundo entero, y el instalado por los militares con Roberto Micheletti a la cabeza, lo más probable es que ambos no se vean las caras en la casa de Óscar Arias, presidente de Costa Rica por segunda vez. Y también que mantengan sus posturas irreconciliables.
«Esperamos que tengamos una respuesta clara de la contraparte golpista que rompió el proceso democrático en el país, con el fin de que se puedan cumplir las resoluciones», dice Zelaya, apenas pone un pie en Costa Rica.
Micheletti, por su parte, dice que van a escuchar y buscar «la solución que queremos encontrar en el país, la paz y la tranquilidad y lógicamente sostener nuestra democracia».
Con esas voces se topa el coro mundial que ve «una esperanza» para solucionar la crisis política que comenzó con el secuestro del presidente Zelaya. Y también con la aparición de las voces pesimistas.
Desde la vecina Nicaragua, que según los golpistas tiene planes de invadir Honduras, el líder histórico del Frente Sandinista de Liberación Nacional Tomás Borge, dijo: «Creo que va a fracasar». La razón, según el comandante, es que «la intransigencia de los golpistas es tan grande y sólo se explica porque saben que están respaldados por alguien poderoso, que podría ser el gobierno de Estados Unidos o la CIA».
Los golpistas encabezados por Micheletti buscan «un diálogo de buena fe», pero rechazan aceptar, como exigen prácticamente todos los países del mundo, que Zelaya retome el poder.
Los antigolpistas dicen ir a San José sólo a «buscar los mecanismos de restitución» de Zelaya en la presidencia de la que fue echado el domingo 28 de junio, cuando los militares lo llevaron precisamente al país donde ahora retorna a una mesa de diálogo. «Sólo bajo esos parámetros se va a negociar», garantiza el dirigente campesino Rafael Alegría.
HONDURAS ¿GOLPE DE ESTADO DIALOGANTE?
Isaac Rosa • Público
“Cuánto dure la negociación, no lo sé. Mi objetivo es no dejarlos salir de aquí hasta que haya un acuerdo”. Oscar Arias, presidente de Costa Rica.
Anuncio de interés para golpistas americanos: ¿Piensa dar un golpe contra su gobierno? ¿Su país necesita un cambio de rumbo y no ve la forma de conseguirlo por vías democráticas? Pues tenemos la solución a sus problemas, lo que usted necesitaba, lo último en violaciones antidemocráticas: el golpe dialogante. Y diga adiós a aquellos cuartelazos brutales del pasado. Por ahora el prototipo está en fase de pruebas en Honduras, pero si funciona bien, le enviaremos un comercial.
El golpe dialogante es ideal para países con tensiones internas, con fuerte polarización política. En tales circunstancias, bastan una intervención militar breve, una oposición que colabore y algunas instancias estatales que sigan el juego. Se coge al presidente, se lo saca del país (mejor que cargárselo, que es una ordinariez), se espera a que pase el ruido internacional de los primeros días, y se busca una mediación de prestigio avalada por Washington.
Fíjense en el hábil cambio de discurso estadounidense: Hillary Clinton, tras evitar comparecer con Zelaya, tuvo mucho cuidado en defender no la vuelta de presidente, sino “la restauración del orden democrático y constitucional a través del diálogo”. Cuando un periodista insistió sobre la restitución de Zelaya, dijo que eso era algo que ella dejaba “a decisión de las partes”, puesto que el golpe condenable se ha convertido en un conflicto con dos partes reconocidas.
No sabemos lo que saldrá de las conversaciones en Costa Rica, pero todo lo que no sea la restitución del presidente será un triunfo de los golpistas, que habrán alterado la situación a su conveniencia. Que otros mandatarios tomen nota, no sea que se ponga de moda el golpe dialogante.
Fuentes: La Jornada y La Jiribilla