Acabo de leer esta curiosa crónica de Hernán Casciari, de blogacine.com, y la comparto con ustedes. Dice en una de sus partes: «Muchas obras importantes hubieran tenido que cambiar el nombre por otros más adecuados. Por ejemplo la novela de García Márquez Cien años de soledad se llamaría Cien años sin conexión y narraría las aventuras de una familia en donde todos tienen el mismo nick pero a nadie le funciona el messenger (buendia23, a.buendia, aureliano_goodmorni g). La famosa novela de James M. Cain —El cartero llama dos veces— escrita en 1934 y llevada más tarde al cine, se llamaría El gmail me duplica los correos entrantes y versaría sobre un marido cornudo que descubre (leyendo el historial de chat de su esposa) el romance de la joven adúltera con un forastero de malvivir. En la obra ‘El jotapegé de Dorian Grey’, Oscar Wilde contaría la historia de un joven que se mantiene siempre lozano y sin arrugas, en virtud a un pacto con Adobe Photoshop, mientras que en la carpeta Images de su teléfono una foto de su rostro se pixela sin remedio, paulatinamente, hasta perder definición».
Leer la crónica completa en: http://www.cubadebate.cu/noticias/2010/01/11/el-celular-y-la-literatura/