ANTONIO MACHÍN: UN SAGÜERO QUE CANTABA COMO LOS ÁNGELES

Antonio Machín, portada de disco.No tan conocido en nuestro país como se debiera, Antonio Abad Lugo Machín es venerado en España, nación en la que se radicó definitivamente en 1939.

Frases como “Lávate la cara que pareces un angelito de Machín” y “Estás más visto que las gardenias de Machín” confirman la devoción que sienten en tierras ibéricas por el afamado intérprete nacido en Sagua la Grande, el 17 de enero de 1903 y fallecido en Madrid, el 4 de agosto de 1977, 12 días antes del deceso de otro grande de la música: Elvis Presley, el rey del rock and roll.

Un sentido homenaje le tributó el pasado mes de abril en su visita a  Sagua la Grande el cantante canario Víctor Rodríguez, quien develó una tarja en el parque La Independencia y realizó presentaciones en la Villa del Undoso.

Por Osvaldo Rojas Garay


Rodríguez es una de las tantas figuras hispánicas que han profesado su admiración por el intérprete sagüero, grupo en el que se incluye Amparo Sánchez –ex integrante de la banda Amparanoia-, quien durante su participación en el Cubadisco 2009 declaró: “La música cubana siempre me sedujo, no es casual que nuestro primer disco rindiera de algún modo un tributo a Antonio Machín, ese cantante cubano que marcó los sentimientos de varias generaciones de españoles que nos antecedieron y que la juventud ha ido descubriendo luego”.

En sus presentaciones en ocasión del Festival de la Canción Varadero-2008, el conocido cantante Dyango comentó sobre su amistad con Machín, “el primer solista cubano popular en mi tierra. Una persona maravillosa, tan querida que prácticamente era español. Un hombre que parecía que cantaba como los ángeles.

“Cuando yo empezaba, él ya estaba en plenitud de su carrera. En uno de sus conciertos pude sacar mi trompeta y él cantó El manisero. Pasamos una velada extraordinaria, cosa que el público agradeció mucho”, reveló el intérprete de Lejos de mi.

Según expresó el periodista Alfonso Domínguez al diario Granma, en 2003, a Machín se le dedicó en 2001 el nombre de una calle en la que vivió. También se han escrito biografías sobre él y hasta se rodó un documental con el título Antonio Machín, toda una vida, concebido por Iroko Films, Infinity Films, la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños y otros asociados.

Al leer o escuchar cosas así pienso en cuánto nos falta por conocer  acerca de este hombre que fue el primer negro en cantar en el exclusivo Casino Nacional de La Habana y que contribuyó a difundir por el mundo la obra de destacados compositores cubanos desde Sindo Garay, Ignacio Piñeiro, Luis Marquetti, Eliseo Grenet, Isolina Carrillo, Juan Arrondo, Orlando de la Rosa, hasta Moisés Simons, el creador del mundialmente conocido El manisero.

Con la interpretación de este pregón Machín cautivó a Broadway en 1930 y vendió medio millón de discos en Norteamérica.

No menos célebre resultó su versión de Angelitos Negros, con texto del poeta Andrés Eloy Blanco y música de Manuel Álvarez Maciste. Desde que la cantó por primera vez en Novedades de Barcelona, en 1947, quedó sellado su triunfo definitivo en España. Incluso, en 1972, al cumplirse 25 años de su estreno, la televisión española le dedicó un homenaje.
Otros temas exitosos en su voz fueron Corazón loco, Bésame mucho, Dos gardenias y Alfonsina y el mar.

Aunque se ha dicho que solo realizó un breve viaje a su tierra en 1958, Machín nunca renunció a su condición de cubano. Siempre estuvo atento al quehacer musical en nuestro archipiélago y una muestra de ello es que cuando surgió el chachachá, lo dio a conocer en España.

Además, mantuvo contacto con agrupaciones y solistas cubanos, como el dúo Los Compadres, Pacho Alonso y sus Pachucos, Los Papines, Ela Calvo y Carlos Puebla y sus Tradicionales.

Con su extraordinaria lucidez, nuestro novelista mayor, Alejo Carpentier, afirmó en palabras recogidas posteriormente por Radamés Giró en su “Diccionario Enciclopédico de la Música en Cuba”:

“En Machín, voz grata, de ricas sonoridades, los géneros criollos hallan un intérprete concienzudo y conocedor de sus matices. Autor de una notable creación del Manisero de Simons, Machín sabe interpretar con igual fortuna una rumba trepidante o una canción llena de nostalgias. Su repertorio es vasto y diverso. Pleno de curiosidad y amor por las cosas de su tierra, ha sacado del olvido muchas décimas antiguas, muchas canciones cuyo recuerdo comenzaba a borrarse, comunicándoles nueva vida. Lleno de gravedad y unción, interpreta las melodías del trópico con una elocuencia irresistible. Buena prueba de su talento está en el hecho de que ha logrado convencer sin dificultad a dos públicos tan disímiles como el inglés y el francés”.

Fuente: periódico Vanguardia

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