JOSÉ MARÍA VITIER: UNA MUSICAL MANERA DE DECIR CUBANO

Liuba María Hevia, José María Vitier y Cecilia Todd, en Santa Clara.

Liuba María Hevia, José María Vitier y Cecilia Todd, en Santa Clara.

Evitando «la tentación de ser chovinista», el músico José María Vitier (La Habana, 1954) me comentó que el cubano tiene una inmensa dosis de espiritualidad y creatividad; cierta mística de la vida, y un cierto sentido utópico que está muy perdido por el mundo.

La traducción musical de sus palabras pudo escucharse esta semana en Villa Clara, donde el pianista y compositor, junto a sus invitados, ofreció tres conciertos de su gira nacional Se dice cubano: Camajuaní, el 14 de junio, Santa Clara (15) y Remedios (16).

Por cuarta ocasión consecutiva llegó a esta provincia, como parte de una gira, pero esta vez lo hizo para presentar, esencialmente, sus canciones; una faceta ya registrada en fonogramas, pero menos conocida por el público cubano.

Por Rayma Elena Hernández, periódico Vanguardia
Con ese propósito, invitó a una voz siempre esperada y aplaudida acá, Liuba María Hevia, quien —con excepción de la ovacionada Si me falta tu sonrisa— asumió el riesgo de cantar un repertorio ajeno y poco difundido. También,  a partir de los conciertos villaclareños, se sumó al empeño la cantante venezolana Cecilia Todd, catalogada por Vitier como una de las voces emblemáticas de Hispanoamérica.

No obstante, en la primera parte del programa el pianista y compositor incluyó algunas piezas de su vasta obra instrumental, entre ellas, Danzón imaginado, y Comparsa, versión libre de La comparsa, de Ernesto Lecuona (Guanabacoa 1895-Tenerife, Islas Canarias,1963), en la que, coqueteando con el jazz, se fundieron compases de conocidas congas, desde El alacrán, hasta el de Oh, La Habana…, popularizado por Irakere.

Una oportunidad para constatar la vitalidad de la ejecutoria de José María, para teclear las más profundas raíces rítmicas y melódicas del archipiélago. Desde el acento afrocubano, presente en evocativos fraseos al piano o con marcada rítmica. Hasta el lirismo de obras, como Intimidad y Balada del amor adolescente, incluidos en sus discos «El siglo de las luces» y «Pasión por el cine», y recordatorios de su contribución al Séptimo Arte, en cintas, como el propio Siglo… (1992), Polvo rojo (1982) y Fresa y chocolate (1993).

En esta gira nacional, José María Vitier está acompañado por el cellista Alejandro Rodríguez, primer atril de la Orquesta Sinfónica Nacional, y por Abel Acosta, a cargo de la percusión, el contrabajo y el tres.

«Se dice cubano» es el título del recorrido musical, y también, de la canción que dio la bienvenida a Liuba María Hevia, para cantar un texto extraído de un discurso esencial pronunciado por José Martí en Tampa el 26 de noviembre de 1891, quien sobre el término «cubano» afirmó: «Yo no sé qué misterio de ternura tiene esta dulcísima palabra, ni qué sabor tan puro sobre el de la palabra misma de hombre, que es ya tan bella…»

La cantautora cubana agradeció la oportunidad de «traducir» musicalmente un «mundo de mucha espiritualidad, de mucha luz» que emana, además, de los versos, Fina García-Marruz (ganadora en abril de 2011 del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana) y de Cintio Vitier (1921-2009). De este gran intelectual escuchamos Amor,  poema inédito dedicado a Fina, y que su hijo José María regaló al pueblo cubano, en una creación que funde la profundidad del verso y la pasión del amor, entonces casi adolescente, de sus padres.

La cancionística de Vitier nos puso en contacto con el poema Vergüenza, de la poetisa chilena Gabriela Mistral, a quien Liuba «aprendió a amar con una hija ilustre de Santa Clara, la maestra y trovadora Teresita Fernández (1930). Para culminar con Besos, trabajo musical de subraya la latinoamericanidad, espíritu que alcanzó su momento cumbre con la venezolana Cecilia Todd.

Para muchos, una revelación, aunque desde la década de los 80 —cuando asistió a dos de los memorables festivales de Varadero— mantiene una relación de amistad y complicidad musical con artistas de la Isla.

Cecilia «ilumina los versos que canta» había dicho Vitier en conferencia de prensa, y su voz, fue un «cristalۚ» en Tonada para dos tristezas (Ignacio Izcaray), el vals Yo quiero un amor (Leonel Ruiz), y cuando con su inseparable cuatro siguió mostrando la «venezolanidad» con que defiende el folclor de su país desde principios de los años 70 del siglo xx.

Fue el preámbulo para la unión de Liuba María Hevia y Cecilia Todd, que no había fructificado en Islas Canarias ni en Venezuela, y lo hizo en nuestra provincia. Ambas «sonearon» en Llama de amor viva (San Juan de La Cruz/José María Vitier), para culminar con Al pie de tus altares, dedicada a la Virgen de la Caridad, y que el autor incluirá en sus conciertos de la obra sinfónica Misa cubana.

Antes, esta canción solo había sido interpretada en La Habana y en la Florida, Estados Unidos. Y esta semana se escuchó en Villa Clara, en el reinicio de la gira nacional Se dice cubano, inaugurada por José María Vitier en la Basílica Menor de San Francisco de Asís.

«Él no puede escapar de lo cubano», comentó minutos después Liuba al referirse a Vitier. Espiritualidad, creatividad, mística de la vida, utopía…; son las palabras con que el pianista y compositor se había referido al cubano, y que aspira trasmitir a través de sus conciertos.
Luego de sus tres paradas villaclareñas, la gira sumará presentaciones en las provincias de Cienfuegos, Matanzas, La Habana y Pinar del Río. Nuevos escenarios en los que José María Vitier prosigue su plausible y prolongado empeño musical de «decir» siempre cubano.

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