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JOSÉ MARTÍ EN EL CORAZÓN DE LOS NIÑOS SANTACLAREÑOS

Homenaje al MAestro y Apostol de la independencia de Cuba, José Martí. Foto: Carolina Vilches.
Volviste, Maestro. Volviste sigiloso, estremecido por las cabalgaduras del almanaque, agitado ante el silencio y el aspaviento. Has vuelto para contarnos el milagro y la profecía, a tu forma, a tu manera, al mismo tiempo.  Has vuelto entre las caricias pródigas de tus versos y el susurro de un siglo tan viejo y nuevo como las rebeldías y los abrazos.

Y llegas tomándonos la palabra, confirmándote  como letra viva, a pesar de que tus confesiones y tus suspiros poéticos sigan vislumbrándose más allá del pasado. Es ahí donde irrumpe tu enigma, en esa ubicuidad de ser cantor y consejero a deshora, actor y cronista de hechos que consagran, músico especial de la música misma.

Recordación al Héroe Nacional de Cuba José Martí en Santa Clara. Foto: Carolina Vilches.Sí, Maestro, una y otra vez hay sol bueno. Y un mar de espumas que se acrisola con el delirio de los que saben querer.  Una mariposa dice cuánto ve y escucha desde su rosal infinito. Una niña entierra a su muñeca sin brazos en la arena, y otra pequeña, con aro, balde y paleta, se despeina con aires de bondad.

«¿Y los zapatos, Pilar, los zapaticos de rosa?», se pregunta alguien con la corazonada de una poesía fecunda y conocida, mientras una voz, salida de lo más remoto, devuelve los amores y las utopías: «aquí conmigo, aquí están.»

Aliado practicante de la confianza, amigo anticipado de los niños, hombre pensante y activo, otra vez aciertas en tu advertencia como predicador de nuestra cubanidad contemporánea. Cuánto nos alegra saber que Meñique, Piedad y Nené Traviesa estuvieron este 28 tomados de la mano, burlando la tediosa calma de los libros, contestando, bajo otros álamos y en otros montes, por qué tiene luz el sol.

Hay duendes, príncipes enanos que vienen caminando y a esta hora te traen de vuelta. Contigo van, llegan y se quedan. Contigo se inquietan y quieren salir a estrenar(se), como los mejores engendros de la maravilla.

Por Por Yoelvis Lázaro Moreno

JOSÉ MARTÍ, APÓSTOL DE LA INDEPENDENCIA DE CUBA

José Martí, el Apóstol de la independencia de Cuba... cada 28 de enero, todos los cubanos le rinden homenaje de recordación rn el aniversario de su natalicio.Héroe Nacional de Cuba y Apóstol de nuestra independencia, José Martí nació en La Habana el 28 de enero de 1853. Discípulo de Rafael María de Mendive. En 1869 publicó sus primeros artículos políticos en El Diablo Cojuelo. Editó un solo número del periódico La Patria Libre donde publicó su poema «Abdala». Deportado a España culminó sus estudios como Licenciado en Derecho Civil y Canónico y como Licenciado en Filosofía y Letras.

Se trasladó a Guatemala en 1877. Regresó a La Habana el 31 de agosto del mismo año. Fue electo secretario se la Sección de Literatura del Liceo Artístico de Guanabacoa y socio de la Sección de Instrucción del Liceo de Regla. Llegó a Nueva York el 3 de enero de 1880 vinculándose al Comité Revolucionario, dirigido por Calixto García.

En 1882 escribió sus Versos Libres, sin publicarlos. Redactor de La América y más tarde su director. En julio de 1889 apareció «La Edad de Oro», dedicada a los niños. Fue nombrado cónsul de Argentina y representante de Uruguay en la Comisión Monetaria Internacional Americana.

Fundó el Partido Revolucionario Cubano. Regresó a Cuba en una expedición que desembarcó por Playita. Murió en combate en Dos Ríos, Oriente, el 19 de mayo de 1895. Durante años colaboró en innumerables revistas, periódicos, fue eminente orador, cultivó la poesía, la novela, el teatro y la crítica. Representa una de las figuras más trascendentales de las letras cubanas.

Este interesante artículo «Martí encuentre un paisaje», del escritor e investigador villaclareño Samuel Feijoo, fue publicado originalmente en Bohemia el 31 de enero de 1954. «En sus campañas revolucionarias por la América toda —escribe Feijoo—, las alusiones al paisaje cubano, en medio de sus prédicas guerreras, surgían fascinantes, llenando de nostalgia a los cubanos expatriados, tocados por el verbo martiano que hacía como vibrar en las mudas salas las pencas de las palmas y los finos ramos, rumorosos, del rojo ateje y la baría blanca.

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