Si una palabra llena de orgullo al santaclareño resulta la de pilongo, pues de inmediato, por extensión, lo identifica en nuestros días, pero conviene aclarar que literalmente no todos los que vivimos en esta urbe, que cumple el próximo 15 de julio 320 años de fundada, son acreedores de este apelativo.
Pilongo, según Berenguer Sed en sus Tradiciones de Villaclara, es aquel bautizado en la pila bautismal que existió en la Parroquial Mayor desde los tiempos de Juan Martín de Conyedo, allá por el lejano año de 1725, y que sirviera para tales oficios durante más de dos siglos.
Aunque por tradición son así reconocidos y nombrados todos los habitantes de esta hospitalaria ciudad, hayamos recibido o no el bautismo en la antiquísima pila que muestra la foto, ubicada hoy en la Catedral.