La trova cubana, elemento clave en la formación de nuestra nacionalidad, ha sido también una constante en el espíritu de la revista El Caimán Barbudo desde su fundación. En esa cuerda hemos editado con la Casa Editora Abril los cancioneros: Cualquier flor de la trova tradicional cubana, antología de cincuenta textos de Sindo, Corona, Villalón, Matamoros, María Teresa Vera… en fin, de esas canciones inmortales que las nuevas generaciones no han tenido a mano. Un segundo título: Una guitarra, un buen amor. 100 canciones de Pablo Milanés, Noel Nicola y Silvio Rodríguez; y ahora tenemos en preparación un nuevo cancionero, cuyo título provisional es Gerardo, Santiago, Frank y Varela: trovadores de la herejía, que contendrá 40 textos de cada uno de ellos, entrevistas, fotos, o sea un acercamiento a la obra de esos representantes de la llamada generación de los topos.
Como adelanto, ofrecemos en estas páginas un fragmento de ese encuentro con Frank Delgado en el cuarto de su casa, libros, pinturas, fotos, y por supuesto, la guitarra.
UN TROVADOR
Yo siempre he sido un trovador. La esencia del trovador es la guitarra y las composiciones, la interpretación y la comunicación. Son como factores que forman el trovador: es un poeta, es un músico, es un intérprete; yo digo que es mediocre en los tres… Es como los tipos que en el atletismo practican el pentatlón: son malos en todas las especialidades; malos en 100 metros planos, en salto largo, son mediocres en la jabalina, qué se yo, pero son los más completos.
Por Bladimir Zamora y Fidel Díaz
El Caimán Barbudo
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