En 1961 se hacía crítico el complejo de contradicciones que generó la radicalidad del proceso de transformación revolucionaria iniciado dos años antes en la sociedad cubana. No habían transcurrido más que unos meses desde las últimas reformas que completaron la nacionalización de los sectores fundamentales de la economía cubana, la contrarrevolución se lanzó a las armas, con el apoyo expreso de la Casa Blanca, en la invasión por Playa Girón, en planes de atentados y sabotajes, y en alzamientos locales. Una detención preventiva dentro de la oposición desmovilizó la base potencial de respaldo con que contaban los invasores si no se lograba la derrota inmediata.
El pueblo cubano, enrolado en la empresa de barrer el analfabetismo, tenía que asumir también las armas para defender el proyecto revolucionario. Fidel Castro anunció, el 1ro. de mayo, la nacionalización de la enseñanza, lo cual dio lugar al éxodo de sacerdotes y religiosos vinculados a las escuelas católicas. En resumen, y para no entrar en más detalles, llegaba al clímax el dilema entre revolución y contrarrevolución.
Aurelio Alonso, Cubadebate.cu y Juventud Rebelde
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