NOCHES DE CUENTOS Y GUAJIROS

El dibujo del pintor villaclareño Jesús Medrano, hecho especialmente para la cubierta del libro de René Batista Moreno.¿Sabría René Batista Moreno que, a la larga, todo aquello que de momento era tildado de superstición y oscurantismo pasaría a nombrarse fantasía popular, folclor, cultura? ¿Será que este escritor y folclorista ca­ma­juanense, nacido en 1941, confió siempre en que al final la razón habría de triunfar sobre la ignorancia, aunque —por extraño que parezca— esta se hiciese avalar por el más rancio abolengo de la ciencia?

René Batista era conocedor de todo esto. Así lo afirma su coterráneo amigo y también escritor, Joel Sequeda Pérez, al comentar el más reciente libro de René. De lo contrario, jamás hubiese invertido tiempo en recopilar el material que hoy ofrece en Cuentos de guajiros para pasar la noche (Editorial Letras Cubanas, 2007).

El libro, comparable con un cargamento de joyas, demuestra que nada, ni siquiera el progreso y la superación, puede ser infalible, sobre todo si se camina sobre un terreno movedizo como es el de la cultura. Porque en cierto momento histórico, armados —nadie lo discute— de las mejores intenciones, en dura lucha contra la pandemia del atraso y la ignorancia, confundimos fantasía popular con oscuran­tismo, mitología con superstición, sin advertir que, junto a ciertos lastres, lanzábamos también por la borda una de las aristas más coloridas de nuestra cultura.

Es esa la arista —pienso— que trata de restituir René con este volumen, éxito rotundo que trae del destierro al güije, ese conocido negrito de los ríos y las charcas. Vuelve a sus andanzas el cagüeiro, mágico y manigüero ladrón, terror de vendutas y tenderetes rurales; echan a volar las brujas; desde el fondo de los pozos miran hacia arriba las madres de agua; y acechan los muertos en atajos, guardarrayas y apeaderos solitarios.

Figura nuevamente la candidez como cualidad insignia del campesino, cuando «aprovecha el filón» para aflojar riendas a su fantasía; en tanto, la cautelosa mano del investigador respeta la virginidad del léxico guajiro o lo monitorea oportunamente, a fin de que las 350 anécdotas recopiladas en este volumen —que se lee a «cun-cun»— se vuelvan un producto presentable, listo para el consumo de generaciones y generaciones, tal como nos tiene acostumbrados René Batista Moreno, con esa memoria extraída de la mis­mísima entraña de nuestro folclor, memoria que, semejante al vino —no me canso de repetirlo—, mientras más vieja, mejor.

FICHA BIOGRÁFICA

René Batista Moreno, escritor cubano.René Batista Moreno (Camajuaní, 1941). Poeta, antropólogo, investigador “Sus libros, crónicas y compilaciones se han vuelto clásicos homenajes a las piezas que unen el ser entrañable de la nación”. Este activísimo intelectual villaclareño ha recorrido caseríos y bateyes en toda la Isla y rastreado los cuentos, dicharachos, tradiciones campesinas.

Esa vocación de compilador que salva una parte de la tradición oral, que compartió con Samuel Feijoo durante una etapa de su vida, lo convierten en una especie de Andersen cubano. Poeta de excepcional registro lírico René suma a los libros que son resultado de su intensa investigación poemarios como Componiendo un paisaje (1972) ganador del premio Julián del Casal en 1971.

A estos escritores podríamos aplicarle uno de los refranes criollos que rescatara Batista en sus compilaciones: “Los pájaros de la misma pluma vuelan juntos”. Ellos son mujeres y hombres enlazados por la poesía y el amor que no conocen fronteras geográficas y ponen su alto vuelo sobre los muros virtuales. Seres “tocados por madrugadas” que devolvieron palabras agradecidas a las instituciones y a los lectores que les distinguían de manera simbólica. Sobre la importancia de recibir esta alta condecoración el poeta Luís Carlos Suárez afirmó en la ceremonia realizada en Bayamo:

“Dicen también los cronistas que luego del incendio de Bayamo, las palomas regresaron a sus antiguos sitios y no encontraron un lugar donde posarse por lo que levantaron sobre el cielo un revuelo sin esperanza, sin destino. Esa esperanza y ese destino que las palomas buscaban desesperadas fueron conquistados, como ha sido conquistada una cultura que hoy nos honra al entregarnos esta distinción.”

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