No necesita mucha presentación en este blog… es una visitante frecuente y muy querida: La poetisa Dulcila Cañizares, musicóloga, investigadora y editora, recibió ayer el Premio Samuel Feijoo de Poesía sobre Medio Ambiente, que otorga la Sociedad Económica de Amigos del País, por su obra consagrada a exaltar la naturaleza cubana.
Recordó en sus palabras de agradecimiento su entrañable amistad con Samuel Feijóo, iniciada en 1960, durante el Primer Encuentro de Poetas, que se celebró en Camagüey; así como su colaboración asidua con las revistas Islas y Signos, fundadas por él en la Universidad Central de Las Villas, en esa década.
Citó parte de la presentación que el propio Samuel escribiera para su libro De mi tierra: «Su poesía es diáfana, con brillos y colores vegetales, a veces transida de nostalgias íntimas, directa, y transparente como las mañanas de su infancia, Escambray adentro, con alas adentro y ecos adentro», palabras que todavía agradezco, subrayó.
Nunca fui testigo de deforestaciones —dice Dulcila—, sino, al contrario, de la siembra sistemática de infinidad de plantas, del retoño de cualquier tronco caído, del amor a los animales amigos, del deleite del trabajo de la tierra. Hoy los hombres sensibles lloran porque nuestro mundo está enfermo y ante la destrucción del sostén y cobijo de los individuos vivos. Que cada ser humano explote sus herramientas para reparar este daño. Yo seguiré ofreciendo mi poesía, que evoca un paraíso, fuente de gozo y objeto de devoción.
Los dejo con Dulcila, sus hermosas palabras pronunciadas en el acto de otorgamiento, y una selección de sus poemas, precisamente del libro «De mi tierra: