EL TAMARINDO: ÁRBOL SIMBÓLICO DE LA FUNDACIÓN DE SANTA CLARA

El tamarindo, el símbolo más ligado a la fundación de Santa Clara, es en realidad a causa de una de las leyendas que enriquecen las tradiciones la ciudad. No se conoce documento alguno que pruebe la existencia de este árbol en el sitio señalado como el lugar donde se reunieron los remedianos para desarrollar la primera misa, pero si hubo uno sembrado en el ala derecha de la iglesia, muy próximo al edificio cuando no existía el atrio.

El árbol fue plantado allí para rescatar la idea original del Padre Conyedo de mantener la proximidad de la iglesia al sitio de la fundación. Talado en fecha cercana al 15 de julio de 1918 motivó la crítica del periodista Francisco López Silvero que reflejaba el descontento popular, por lo que la Sociedad de la Prensa lo repuso en el sitio que ocupa actualmente.

En 1950, El Grupo “Los Mil” lanzó una convocatoria para el diseño de un monumento más acorde con el acontecimiento, y obtuvo el primer premio el escultor Boabdil Ross Rodríguez, profesor de la Escuela de Artes Plásticas de Santa Clara “Leopoldo Romañach”, quien se basó en la teoría de Manuel Dionisio acerca de las dieciocho familias fundadoras y así las representan igual cantidad de columnas que hoy bordean al tamarindo. Fue inaugurado en 1952, y en 1991 lo declararon Monumento Nacional.

Quedaría por aclarar que no existe ningún documento o indicio que pruebe la existencia de este árbol en el lugar de la reunión inicial de los remedianos, e incluso Manuel Dionisio no lo refleja en su Memoria histórica…. por lo que se ha convertido en leyenda, en tradición, pasando de una generación a otra sin conocerse exactamente cuándo se sembró el primero.

El tamarindo es hoy un símbolo de nuestra identidad, es un árbol legendario  del cual se ha generado otra tradición más joven: “La siembra del tamarindo”, cada año, el 15 de julio en la loma del Capiro a partir de los trescientos que se sembraron en 1989 cuando la ciudad cumplía su tricentenario.

Heidy Hermina Aguila Zamora.
Fragmentos de artículos publicados en el boletín Cartacuba

El Tamarindo de la Loma del Carmen
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La fundación de Santa Clara tiene mucho que ver con rencillas y desavenencias personales entre el cura José González de la Cruz y el capitán Manuel Rodríguez, alcalde de San Juan de los Remedios, cuando ambos buscaban un sitio al interior de la hacienda Antonio Díaz, para fundar la nueva villa donde se establecerían los remedianos dispuestos a trasladarse al nuevo sitio.

El cura proponía un sitio en el centro de la hacienda, llamado Guanal. El alcalde y sus partidarios, por su parte, opinaban que debía ser en la parte de la hacienda llamada Sabana Larga, en un claro que se conocía como Orejanos. Fue en Sabana Larga que se decidió finalmente la fundación.

Los dueños de la hacienda Antonio Díaz, Luis de León y su esposa Gregoria Pérez, vivían en el lugar conocido como Asiento Viejo, que era sitio privilegiado de la hacienda. No distante, existían unos ranchos y corrales para ganados, que ocupaban los terrenos de la loma que bordeaba el río. Y justamente en la parte más alta de la loma, se erguía un tamarindo que por su fronda fue escogido por los vecinos remedianos fatigados y presurosos por establecer la villa, para a su sombra, leer la misa que sin riqueza alguna en el culto fijaba la suerte de una nueva villa y de las familias que habían decidido quitar todo y comenzar nueva vida.

La ceremonia religiosa que selló la fundación de Gloriosa Santa Clara, fue dirigida por el cura González de la Cruz, pero lastimado en su orgullo al no haber sido aceptado el Guanal como sitio para establecer la villa, recogió sus bultos y dejó encargado el culto de su ministerio al reverendo Salvador Guillén del Castillo, padre y predicador.

Con su fundación, Santa Clara se hacía de un monumento natural, el primero de su patrimonio urbano, nacido en un medio rural: el árbol del tamarindo.

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