UNA MILAGROSA PASTILLA AZUL

Cada vez son más los jóvenes saludables que compran la Viagra con carácter recreativo, no sólo para buscar mayor firmeza del pene, sino también para hacer más duraderas las erecciones. En Cuba, hasta hace poco no se expendía ese fármaco, pero desde hace un tiempo está a disposición, bajo estricta prescripción médica, un equivalente con el nombre genérico de Sildenafil, por lo que los especialistas alertan sobre el mal uso y sus complicaciones para la salud del individuo.

De acuerdo con investigaciones realizadas en el mundo, dos de cada diez comprimidos son comprados por menores de 25 años para potenciar su rendimiento sexual, cifra que se incrementa aún más con la venta clandestina.

 

No en vano ya se perfila la verdadera connotación del fenómeno al calificarlo como una PELIGROSA MODA.

Dicha conducta se ha convertido en una moda entre los jóvenes «fiesteros» que viven la sexualidad como una meta para ver quién es el que más la practica y quién muestra un mejor desempeño.

Hay que tener en cuenta que la Viagra no es un afrodisíaco, sino una droga activa que incrementa la liberación de sustancias relajantes y vasodilatadoras, no sólo a nivel del pene, sino también de otros órganos y vísceras, por lo que puede presentar complicaciones y efectos secundarios. De ahí que no deba tomarse más de una vez por día.

Viagra es el nombre comercial de la droga Sildenafilo o Sildenafil, desarrollada en los años 90 por el laboratorio estadounidense Pfizer, y es el primer tratamiento por vía oral para la Disfunción Eréctil. (Posterior al 2003 fueron aprobados el vardenafil y el tadalafil, drogas similares que difieren en los tiempos de acción).

Tan pronto la «milagrosa pastilla azul» salió al mercado se advirtió el empleo inapropiado en muchos pacientes: el uso concomitante con otras sustancias (drogas sintéticas y alcohol) o prescripciones de grandes cantidades del medicamento.

Paralelamente, comenzó a circular, aunque no con la amplitud apropiada, una lista considerable de posibles complicaciones por interacciones medicamentosas y estados particulares de salud.

La otra cara de la moneda son los casos que acuden a consulta por el Síndrome Adictivo al Viagra, personas que quieren abandonar el «remedio» pero no tienen la capacidad para hacerlo, quedando presas del consumo.

Por otro lado, emerge la amenaza publicitaria. Los grandes megalaboratorios han cambiado drásticamente sus spots, reemplazando las viejas figuras canosas que recomendaban el producto por rostros juveniles, que apuntan a un nuevo sector de consumidores que «espera ávidamente la substancia». El mensaje no podría ser más claro.

Fuente: Radio Rebelde